Ojalá ya no esté


Allí estaba ella, la miré fijamente como si fuera la primera vez que la miraba, ya sabia lo que tramaba, una sutil sonrisa me daba la confianza que no podía recibirle, cerró su puño derecho con fuerza y corrió hacia la puerta desafiándome,  por un instante quedé congelada mirando su cabello rojizo  moverse de un lado a otro como siempre lo hacia, pues era ella, y como era ella, voltearía lentamente hacia atrás esperando que la detuviese...  pero esta vez no! Esta vez fue diferente, me di media vuelta restandole importancia, me arrodillé al lado de la cama, respiré profundo, cerré mis ojos y guardé silencio. 

Pasada la media noche la encontré débil tirada junto a la puerta, la levanté, la llevé en mis brazos hasta la cama y le canté... me miraba y sollozaba, y me miraba, y ya no me miraba.

Ahora de repente parece dormida, ojala no lo esté y ojala que cuando amanezca tampoco esté... para siempre...


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